Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

martes, 18 de enero de 2011

Historia. El principio: hechos y circunstancias.

Ya he hablado de Mirian y de sus primeras palabras (ver mi primera entrada "Primeras Palabras"). He tardado un año en empezar, pero tarde o temprano tenía que ponerme a contar su historia – ya ligada para siempre a la mía. Es una historia que se ha llevado una gran parte de mí durante todo este año que acaba de terminar. Pero todo lo que se ha llevado y mucho más, me ha sido ya devuelto y con creces. 
Como toda historia contada por alguien, tendrá la enorme limitación de ofrecer tan solo un punto de vista. Hay sin duda muchos otros, lo sé, como sé también que esos otros no serían ni mejores ni peores que el mío, tan solo estarían tomados desde otra perspectiva. En mi mano por desgracia tan solo esta el contar el mío, por muy limitado que sea. Así que allá voy.

Los hechos:

Octubre 2009. Mi vecina y amiga Sylvie me cuenta un buen día, muy alterada, que la chica que limpiaba en su casa (Mirian), a la que yo solo conocía de oídas, ha sido atropellada por un coche y está muy grave en el hospital. Se teme por su vida y - en caso de sobrevivir – se teme por el efecto de los importantes daños cerebrales causados. Su familia acaba de llegar de Bolivia para hacerse cargo de la situación. Yo, en esos momentos sin trabajar (fuera de casa) y con cierta disponibilidad, hablando castellano y francés, sabiendo en carne propia lo que supone estar hospitalizado fuera de tu país y lejos de los tuyos, y sabiendo también en carne propia lo que supone tener a un ser querido hospitalizado y con daños cerebrales, me propongo para ir a ver a la familia e intentar echar una manita en lo que pueda. Poca cosa, lo mismo que hubiera hecho cualquier otra persona en mi lugar.

Las circunstancias:

En el hospital y durante las primeras semanas en las que empiezo a tratar con la familia, descubro que Mirian tiene treinta y pocos años, es profesora de literatura, boliviana, soltera y sin hijos, y se busca la vida como puede en “el dorado europeo” desde hace algún tiempo. Para mandar dinero a Bolivia y para construirse un futuro. Por lo que cuentan parece ser una mujer inteligente, valiente, cariñosa  y muy querida y admirada por la gente que la trata. Que disfruta viajando, leyendo y bailando (gustos que yo curiosamente comparto con ella). Por suerte, tan solo dos semanas antes del accidente, una de las familias para las que ella trabajaba consigue “legalizarla” con papeles, lo que le proporciona al menos un seguro médico, que no es poco. 

La Francia donde yo vivo, la misma donde residía y trabajaba Mirian y donde ocurrió el accidente, es una Francia un tanto extraña, pues es la parte fronteriza con Ginebra (Suiza).Los centros administrativos y hospitalarios franceses más cercanos están a más de 100 kilómetros de distancia, cuando Ginebra con toda su infraestructura está a solo a 15 kilómetros, aunque es otro país. Por esa razón Mirian, con traumatismo craneal severo y dada su gravedad, es trasladada en helicóptero y hospitalizada de urgencias en el mayor hospital de Ginebra. 

La situación médica de Mirian es tal, que todo es posible. No se sabe si va a vivir o no, ni en qué condiciones ni por cuánto tiempo. Los médicos son pesimistas y ella se encuentra en coma inducido. La familia es religiosa y rechaza cualquier tipo de alternativa que no sea hacer todo lo posible por salvarle la vida.


Su familia es extensa, humilde, nunca ha salido de Bolivia, no habla idiomas y lucha por sobrevivir en su país de origen con lo poco que tiene y lo que les manda su hermana desde aqui. Ante la urgencia de la situación, su hermana mayor y su marido dejan a sus dos hijos pequeños con la abuela, abandonan sus trabajos y se endeudan para comprarse dos billetes de avión y venir a estar con Mirian. La hermana parece destrozada y emocionalmente vulnerable. Su marido  parece poder guardar la calma y ser capaz de reflexionar y de tomar decisiones.

Me cuentan que no lograron conseguir los papeles para entrar en Francia, pues  los procedimientos no contemplan una situación parecida y ellos no cumplen las condiciones requeridas para que les sea concedida una VISA. Por suerte para ellos, lo intentan en Suiza con la inestimable ayuda de una amiga de su hermana también boliviana, Rosa, buena persona además de bien informada y bien relacionada, que lleva viviendo aqui muchos años y hoy es amiga mía. Un amigo suizo de Rosa les presta un alojamiento en Ginebra y escribe una carta en la que se responsabiliza de sus gastos durante estancia. Gracias a eso los suizos si les conceden una VISA temporal- improrrogable - de 3 meses, que vence en enero 2010 - pero que no les da derecho ni a trabajar ni a usar las prestaciones sociales. Viven de lo prestado y de colectas realizadas entre las personas que conocen a Mirian. Y se pasan todo el día en el hospital.

No parece haber dudas sobre  la responsabilidad del conductor en el accidente, pero toda esa información es secreta al tratarse de un proceso jurídico en curso, en Francia. Y se habla de plazos de varios años hasta que consiga estar resuelto. El abogado local al que recurren en primera instancia no parece muy enterado ni muy dispuesto a ayudar. Del conductor se sabe poco o nada; parece que no quiere, o no puede, o no sabe qué hacer, y ni da señales de vida ni aparece por el hospital. Pobre hombre, la verdad, bastante le ha caído ya encima...

La situación es por tanto muy compleja y critica para la familia, prácticamente insostenible. Todo un drama a varios niveles: médico, personal, relacional, legal, psicológico, emocional, económico y social. La incertidumbre es  enorme, su permiso para estar en Europa legalmente termina a finales de enero, y no tienen ni dinero ni manera de conseguirlo. Sin hablar del choque cultural que les supone a ellos la vida aquí. Yo nunca me había encontrado frente a una situación tan complicada, y eso que al cabo de los años algunas ya las he tenido, cuando menos, “interesantes”.

Próximamente continuaré contando la historia en este punto. E iré intercalando con el presente, contando los progresos de Mirian. Hasta que consiga unir las dos partes.  

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