Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

viernes, 28 de enero de 2011

Historia 4: La magia de las coincidencias en acción.

Tras una ardua e infructuosa búsqueda de alojamiento, y cuando las fuerzas ya empezaban a flaquear, las soluciones empezaron  a llegar por sí solas. Como tantas veces nos ocurre en la vida misma, que una vez más se refleja en esta historia. Y como en la vida misma, llegaron desde el lugar menos esperado, en el momento más oportuno y de la manera menos prevista. 

A las pocas horas de enviar un mensaje a aquel señor desconocido que tenía un apartamento vacío, recibí un breve pero cálida respuesta suya. Ni se negaba educadamente con excusas, ni me insultaba abiertamente por mi caradura, ni me daba largas. Simplemente me daba las gracias por lo que estaba haciendo. Y me pedía tiempo, dos días, para discutirlo en profundidad con su mujer y darme una respuesta precisa y definitiva. Eso debió ser en febrero, hace ya casi un año, y aun recuerdo perfectamente como nada más leer esas dos líneas, yo ya tuve una sensación especial.  No lo puedo explicar, pero es como si mi cuerpo me estuviera diciendo que ahí se abría una puerta. Le respondí agradeciéndole su mensaje y me dispuse a esperar con calma esos dos días, sin decir nada a la familia para no crear falsas esperanzas.  

A los dos días, exactos, recibí un nuevo e-mail de su parte, que me puso la carne de gallina. No solo me ofrecían encantados su apartamento, completamente gratis, sino que encima se disculpaban porque el colchón era un poco viejo e incómodo, pues no les había dado tiempo a remplazarlo en su último viaje. Sí me ponían dos condiciones y además me pedían que se las validase por escrito:

1) que Liliane lo limpiara antes y después, y se responsabilizara de echar un vistazo a ellos y al apartamento cada 15 días. 

2) que si ellos mismos necesitaban ocupar su apartamento durante algunos días (máximo una semana), hubiera preparada una solución alternativa para alojarles durante esos días. Tenían  prevista una visita a mitad a abril, aunque nada seguro, y no querían ni dejarles tirados en la calle, ni quedarse ellos sin su alojamiento. 

Y tras exponerme sus condiciones, terminaba haciéndome una  increíble oferta: si por fin venían, les encantaría encontrarme a mí y a la familia personalmente. Para conocernos, y quizá para ayudarles con su hermana,  más de lo que ellos se imaginaban. Me contaba que además de ser psicólogo, tiene una formación especial (algo vanguardista) en tratamiento de pacientes en coma profundo. Estaba incluso dispuesto a visitar a Mirian al menos una vez, en el hospital, y ver si podía hacerse algo. Explicaba como normalmente los médicos piensan que no hay opciones de comunicación con esos pacientes, pero que en la prensa de USA y UK hay artículos en los que dicen que escáneres cerebrales hechos a esos pacientes prueban como sus cerebros pueden percibir y comunicarse como el de una persona consciente. Y me emplazaba a leer la prensa británica de los últimos 10 días. Para terminar invitándome a  coger de la biblioteca de su casa un libro azul llamado “Coma: A Healing Journey”, de Amy Mindell . Y a que lo leyera.  Y a que volviera a contactarle en unos días para comentarlo con más detalle.

Todavía hoy se me pone la carne de gallina al contarlo.  ¿Casualidad? ¿Coincidencia? ¿Ley de probabilidades? ¿O es que a veces las cosas nos ocurren por alguna extraña y oculta razón? ¿Hasta dónde llegaba realmente nuestro libre albedrío? ¿No estamos todos interconectados?  ¿Podría ser que incluso hubiera un plan, en alguna parte? ¿Podría ser que aun habiendo infinitas probabilidades, algunas  veces, si estábamos atentos,  se nos mostraba un camino preciso, por si queríamos tomarlo? A ver si al final Einstein iba a tener razón y Dios – o alguien parecido - no juega a los dados sino a otra cosa…


Ni que decir tiene que me entraron unas ganas locas de leer ese libro. Y encima ya con el tiempo y la energía necesarios para hacerlo, pues la búsqueda de alojamiento había terminado y me acaban de llenar el depósito de gasolina. Mi confianza en el género humano se restablecía así de golpe y porrazo... 

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