Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

miércoles, 26 de enero de 2011

Historia 2: sigue la búsqueda y se siembra una duda

Tras una frustrante búsqueda de soluciones  (ver la entrada precedente “Historia.1: buscando soluciones…), y ya con el respiro que nos daban la VISA y un nuevo y  teóricamente más prometedor abogado  a cargo del proceso judicial, nos relajamos un poco. Quedaba por arreglar el problema logístico del alojamiento en Francia, pero no parecía ser tan difícil como lo que ya habíamos conseguido y además  aun teníamos algunos días de margen por delante. 

Durante esos días, las noticias sobre el estado de Mirian tomaron un cierto protagonismo. La sacaron de una sala de cuidados especializados  y la pusieron en una habitación individual. Según los médicos ella luchaba claramente por vivir, pero estaba grave, con daños severos, y seguía sin respuesta neurológica y en  estado vegetativo permanente, con muy pocas posibilidades de mejora. Los plazos barajados eran impredecibles, aunque sí era claro que el tiempo iba en su contra. Algunas veces de repente movía una pierna, pero según ellos era solo un movimiento reflejo, típico de su estado, que no indicaba ningún progreso real. Yo en esa época nunca hablaba con el equipo médico personalmente, la familia y Rosa eran los que se pasaban la vida en el hospital y se comunicaban con ellos.  

Un buen día, tanto la familia como Rosa empezaron a pasarme mensajes inquietantes. Según ellos, Mirian algunas veces, pocas, mostraba ciertos signos de respuesta. Sobre todo cuando le hablaban de sus comidas favoritas, de su familia, de Bolivia. Una vez incluso le vieron echar unas lágrimas al hablarle de su padre. Yo les había visto en directo y de cerca tratar a Mirian y en verdad resultaba conmovedor:  le hablaban mucho y con mucho cariño, la tocaban, le ponían música, le leían sus libros favoritos, le echaban crema por todo el cuerpo...  Pregunte si los médicos habían visto u oído algo de eso que me estaban contando a mí.  Me dijeron que ya lo habían intentado, pero que no conseguían convencerlos. Según los médicos, la suya  era solo  la reacción típica de la gente cercana a ese tipo de enfermos, que durante un tiempo  ve lo que quiere ver porque aun no ha aceptado completamente la situación. La familia sentía que cuando se lo contaban a los médicos,  o no les creían o pensaban que estaban un poco perturbados. 

Cierto es que hoy en día los médicos se ocupan cada vez más y mejor del cuerpo del enfermo, de mantenerlo con vida a toda costa, pero raramente van mas allá. Parece ser que ya lo decía Sócrates: “Si los médicos se equivocan tantas veces en el tratamiento de la enfermedades, es porque curan el cuerpo sin tener en cuenta el alma”. 
En este caso, para ir más allá, necesitaban un tipo de respuesta  medible según sus parámetros y además recibir esa respuesta cómo y cuando ellos la solicitan. Por si fuera poco, y esto a mí me consta, no siempre es fácil para los familiares hablar con los médicos en un hospital. Ellos pasan visita cuando buenamente pueden, pero ni siempre es a la misma hora, ni siempre es todos los días, ni siquiera siempre es el mismo medico el que lo hace. Nunca se sabe a priori quien va pasar, cuando va a pasar, ni siquiera si va a pasar o no. Para pillarlos hay que pasarse allí todo el día sin moverse, y basta que te vayas a tomar un café o a hacer un pis como para que tras horas de espera te pierdas su visita por los pelos. Y además, para conseguir comunicar con ellos, no solo hay que encontrar el momento, sino que además cuando lo tienes delante debes  atreverte a preguntar, a hablarles sin complejos  y por supuesto, en su mismo idioma. 

Ojo, que ni mucho menos pretendo yo criticar aquí y ahora a los médicos. Uno de ellos me salvo la vida en cuestión de pocas horas, y desde entonces guardo enorme admiración y respeto por todos ellos – y también por las enfermeras que son las que verdaderamente están al pie del cañón. 
Solo digo que los médicos son humanos y como todos se mueven según sus prioridades, procedimientos y  marcos  de referencia ya establecidos.  Quieran o no, conscientes de ello o no. Como cada bicho viviente.

Yo ante eso no supe bien qué hacer. Les creía sinceros, pero no estaba segura de si lo que ellos veían en Mirian era tan solo su deseo  de verla mejorar. Me fiaba casi mas del criterio de los médicos, al fin y al cabo profesionales con reconocida experiencia, de que esa pobre gente que llevaba ya meses viviendo un drama a diario y se estaba desquiciando. Pero ese día, sin saberlo, plantaron una semilla de duda en mi mente, o quizá fue más bien en mi corazón donde enraizó. No en vano, desde hacía un par de años yo había empezado a interesarme por la medicina alternativa y por los lazos entre la mente, las emociones y el cuerpo.  Mejor dicho, más que interesarme por ello un buen día sin más, había empezado a constatar esos lazos conmigo misma y con los de mi alrededor,  y no podía más que rendirme a esa evidencia por sorprendente e inexplicable que ésta fuera.


 Dejé eso de un lado, aconsejándoles que intentaran hablar más con los médicos, y que si volvía a ocurrir algo así avisaran rápidamente a una enfermera para que pudiera presenciarlo.  Y me volví a la tarea de resolver los problemas logísticos, pues les quedaba poco tiempo de VISA suiza y había que encontrarles urgentemente un alojamiento en Francia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario