Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

martes, 26 de abril de 2011

Historia 13: Empiezan los cambios.

Tras mi encuentro con Ursula, psicóloga con experiencia y formación en el trato de pacientes en coma,  y tras haber presenciando su sesión de trabajo con Mirian,  yo me propuse ir a ver a Mirian regularmente. Y hacer lo que buenamente pudiera según lo que había visto y aprendido hasta el momento, con el acuerdo de la familia. Quería intentarlo al menos durante un par de meses, hasta las vacaciones de verano. Pensé que a ella no podía hacerle ningún mal, y que en el peor de los casos un rato de compañía y atención siempre le vendría bien .Tras cada sesión, yo enviaría un resumen a Ursula por email, y ella me supervisaría y guiaría para la siguiente sesión. Ahí estaba además Jean-Claude, accesible por email en caso de necesidad.  Intenté no fijarme objetivos concretos con ella, como siempre me recomendaron los expertos. Creo que yo en aquellos momentos nunca llegué a imaginar que Mirian llegara a recuperar completamente la consciencia. Más bien pensaba en intentar al menos ofrecerle una posibilidad de comunicación (a través de preguntas y respuestas con sí/no). Para que ella al menos pudiera sentirse escuchada, incluso expresar su voluntad y participar en las decisiones sobre su futuro. Para que, si tenia que morir, lo hiciera tranquila y acompañada.

martes, 19 de abril de 2011

Primer beso

El primer beso es mucho beso, ¿o no? ¿Y quién no recuerda su primer beso? 

Aquí hoy la cosa no va de ese tipo de besos, ni de sensualidad. Es solo que mi última visita a Mirian estuvo llenita de besos. Y que yo recibí, sin esperarlo, el primer beso suyo. No tuvo ese sabor único e incomparable que tiene un primer beso de amor, pero también fue el primero, también fue por sorpresa  y también me supo muy rico…

Me la encontré sentada en su silla de ruedas, en el pasillo del hospital, con su madre.  Lo primero que hizo al verme llegar fue señalar su mejilla con el dedo índice, pidiéndome claramente un beso.  Yo me quedé muy sorprendida ante ese gesto, pero  le hice caso. No era el primer beso que yo le daba pero sí era el primero que ella  me pedía. Luego le pedí yo a ella que me diera uno a mí, sin saber muy bien lo que iba a pasar. ¡Y vaya si lo hizo, y además perfectamente!. Me cogió la cara con las dos manos, como hacen las abuelas, y me dio varios sonoros besos en la mejilla, una detrás de otro. Luego volvió a pedirme más con su dedo. Y así seguimos un buen rato, dándonos besos y riéndonos, sin decir una palabra.  Me contó entonces su madre que llevaba así ya algunos días, pidiendo besos a la gente. En realidad lo del beso no tenía nada que ver conmigo, parece ser que sencillamente está redescubriendo los besos, que está encantada con ellos, y que no pierde ocasión...  De hecho, aunque Mirian siempre que me ve parece conocerme perfectamente (a pesar de que no nos habíamos visto nunca antes del accidente), es posible que no sepa ni quién soy, ni de dónde vengo, ni siquiera como me llamo. Y curiosamente eso no nos importa en absoluto a ninguna de las dos.

Cuando acabamos de besarnos vi que tenía una revista de esas del corazón en la mano, escrita en alemán, y que pasaba las hojas perfectamente como si la leyera, aunque solo miraba las fotos. Me señaló una foto de Caterine Zeta-Jones, bellísima, y luego se señaló  ella misma mientras se tocaba el pelo. Intenté interpretar su intención diciendo el nombre de la actriz en voz alta, a lo que  ella respondió con el pulgar hacia arriba. Luego le dije que ella tenía un pelo muy bonito y muy parecido al suyo (lo sabía por algunas fotos suyas previas al accidente que me había mostrado su familia en alguna ocasión). Y ante eso ella volvió a levantar su pulgar hacia arriba y a sonreír, con cierta coquetería.

jueves, 14 de abril de 2011

Historia 12: Visita de otra experta en coma

Mientras esperaba la visita de otra experta en coma, Ursula, yo seguía lidiando con mis repentinos problemas de salud, que ya me habían obligado a consultar un médico. Aunque tenía síntomas físicos innegables y hasta preocupantes a largo plazo, yo me sentía muy bien e intuía que todo eso no era más que una reacción pasajera de mi cuerpo ante lo que había presenciado y vivido con Mrian. Pero aun debía esperar los resultados de laboratorio,  que decidirían la urgencia y la gravedad de la situación, al menos desde un punto de vista médico.

Ursula ya había discutido los detalles del caso de Mirian con Jean-Claude. Con su visita pretendía no solo tratar a Mirian, sino también conocer a la familia, responder a las preguntas que tuvieran y enseñarles técnicas a utilizar con ella a diario. Cuando fijamos la fecha de su visita, yo avisé a la familia para que estuvieran presentes en el hospital ese día y a esa hora. También les transmití el consejo de Jean-Claude: tratar de disminuir la dosis morfina, al menos para ese día en concreto,  lo que ayudaría al trabajo puntual de Ursula. Ademas sugería que intentaran disminuir la dosis diaria durante un tiempo y ver lo que pasaba. El que su madre estuviera siempre a su lado y pudiera detectar cualquier cambio o señal en Mirian, permitía al menos hacer esa prueba sin riesgos, y por supuesto dar marcha atrás ante cualquier sospecha de aumento del dolor.
(para más información ver "medicación contra el dolor" en la entrada Una nueva visión del coma)

Y llegó el día, un viernes de mitad de mayo, unos 6 meses después del accidente. Yo recogí a Ursula en la estación, y mientras tomábamos un bocado rápido allí mismo charlamos un rato para conocernos y responder a nuestras preguntas respectivas, antes de dirigirnos en mi coche hacia el hospital.  Vi que ella ya estaba muy al tanto del caso de Mirian, y que incluso había consultado directamente con Arny Mindell , de quien había recibido algunos consejos para ella.  Luego supe que Arny era amigo de Ursula, desde hacía años, pues él había tratado personalmente a una persona muy querida para ella cuando se encontraba en coma. Incluso en uno de sus libros publicados Arny menciona ese caso concreto.  Fue ahí cuando Ursula comenzó a interesarse por el mundo del coma, interés que la condujo a recibir una especializada formación y a trabajar varios años en un hospital de la Suiza Alemana tratando a pacientes en ese estado.

jueves, 7 de abril de 2011

Lo bueno y lo malo

Mis dos últimas visitas a Mirian han tenido una parte buena  y otra mala, como casi todo en la vida. Y mucho en común. Así que hoy voy a contar las dos a la vez, aunque el resultado me salga con los detalles algo entremezclados.




Lo bueno, sin duda, es el rato que me paso charlando con ella. En ambos casos estuvo bastante alegre y charlatana, incluso graciosa, haciendo muchos gestos con las manos y la cara. Sigue alternando momentos de fantasía con momentos de realidad, o al menos de realidad según la entendemos los que estamos con ella.  Hizo un recorrido por toda su extensa familia, con nombres y edades,  alternando errores con aciertos. Cuando se equivoca o no se acuerda bien de algún dato se lleva la mano a la cabeza, justo en el lugar donde recibió el golpe, y se queda pensativa unos segundos.  Otras veces en cambio se ríe a carcajada limpia, como cuando supo que su padre se llama igual que mi gato (Pancho).  A ratos se transporta a otras coordenadas de espacio/tiempo, por ejemplo a cuando ella ejercía de profesora en un colegio de Bolivia. Habla entonces de claustros, reuniones, seminarios, talleres, alumnos… Y  de manera natural empieza a utilizar un vocabulario culto y sofisticado, soltando sin venir a cuento palabras poco comunes como: epígrafe, epifanía, epitafio, cohecho…  Resulta muy divertida en ese estado.