Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

viernes, 4 de febrero de 2011

Primer mal día

Hace unos días volví a visitar a Mirian, y me temo que la pillé en un mal día.

La encontré en el hall del hospital, sentada en su silla de ruedas, al lado de la cabina donde su madre hablaba por teléfono con una de sus hijas en Bolivia. Era mediodía, y su madre colgó enseguida y me propuso ir directamente al restaurante para comer. Preguntamos a Mirian si quería venir con nosotras y ella nos dijo que sí, esta vez solo con gestos.

 Durante la comida nosotras dos nos pusimos a charlar, pero ella desconectó enseguida. La madre me contó que Mirian había estado muy charlatana y comunicativa, pero que desde hacía varios días  se había encerrado en sí misma y no quería ni hacer sus ejercicios (tiene un programa de recuperación diario en el que se alternan diversas terapias). Se pasaba las horas durmiendo y/o sin hablar. 

Yo aproveché para recordarle a la madre que ya había empezado a escribir este blog, con el acuerdo de Mirian, y que además utilizaba su verdadero nombre como era su deseo. A través de él quizá un día ella misma podría leer su historia, incluso completarla con sus propias experiencias si así lo deseaba. Pero sobre todo, quizá un día todo esto llegaría a las personas adecuadas  y otros - en un trance similar al suyo - podrían beneficiarse de esta experiencia.  Ella me repitió que estaba de acuerdo, y que ya había hablado de ello con otra de sus hijas que también estaba de acuerdo.  Cuando le pedí permiso para usar también su verdadero nombre, ella me dijo que prefería que no lo hiciera. Deseo que obviamente yo voy a respetar, por lo que aquí ella será, sin más, “la madre”.

Me contó además que el lunes de la semana pasada habían llevado a Mirian a otro hospital de Ginebra, más  grande,  el mismo en el que la ingresaron inicialmente y donde lograron mantenerla con vida. A ella le dijeron que era para hacerle una pequeña intervención quirúrgica en la boca. Una vez allí, el médico que la vió las envió de vuelta, diciendo que antes de intervenir habría que intentar al menos darle comida por la boca, y que el médico que la había enviado allí debería organizarse mejor en el futuro…  En ese tema entraré otro día. Pero ya adelanto que en mi opinión Mirian no está en el centro médico que debería, más orientado a cuidados paliativos y al “mínimo esfuerzo” que a la recuperación intensiva y especializada que necesita una persona de su edad y condición.  Y ya he pasado ese mensaje bien alto y claro tanto a los médicos que la tratan, y a su familia, pero sin mucho éxito. Pero dejemos eso por ahora…

Ni sé ni sabré nunca si todo aquel  lío fue lo que realmente desanimó a Mirian, o si sencillamente es normal que pase por fases positivas y negativas, como todos los enfermos.  Seguramente será una combinación de varias cosas. Tras casi un año en coma, no debe ser nada fácil para ella el procesar todo lo que le ha pasado y el volver a familiarizarse con la “realidad”.

Cuando acabamos de comer volvimos a la habitación, y allí les leí las primeras palabras de este blog, que parecieron gustarle. También le pregunté que si podía leer el titulo del blog en el papel que yo llevaba y que le mostré (impreso en letra grande). Y lo hizo divinamente y sin equivocarse. Luego intenté hablarle de literatura, que sé que es un tema que le gusta y conseguí que hablara un poco, reconociendo -  aparentemente sin problemas - a Neruda , a Borges, a García Márquez, a Isabel Allende, a Paolo Coelho…  Dudó y se equivocó un poco con las respectivas nacionalidades de cada uno, pero no demasiado.  Le prometí que otro día volvería con algún libro de Neruda para leerle alguna poesía suya. Y me despedí, un pelín triste esta vez.

Su madre sí me dio una muy  buena noticia antes de irme. Otra de sus hijas, soltera, sin hijos y enfermera de profesión, tras seis meses de papeleo e incertidumbre con la embajada suiza en Bolivia,  ha conseguido - por fin - una VISA  de un año. Y llega a finales de semana a Ginebra, en avión, para quedarse aquí con ellas - legalmente. ¡Menos mal!

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