Este sábado fui a
ver a Mirian, a primera hora de la tarde, y por primera vez me llevé a mis dos
hijos conmigo. Acabábamos de llegar de unos días de vacaciones en Lanzarote, y
le llevamos un regalito traído de allí: una crema para el cuerpo de aloe
vera, planta muy común en la isla por su
clima y que es magnífica para la piel.
Al entrar la vimos de espaldas, sentada en su silla y enfrente de la tele, adormilada. Con ella estaba tan sólo su madre.
El ruido que hicimos
al entrar la sacó de su ensimismamiento, o de su sueño, y le costó unos minutos
arrancar. Al principio hablaba bajito, de forma algo inconexa, en una mezcla de
francés y castellano difícil de entender. Poco a poco fue recuperando el control,
mientras yo le hablaba y le hacía algunas preguntas sencillas de responder. Por el
rabillo del ojo yo vigilaba la reacción de mis hijos, quienes ya habían oído
hablar de Mirian muchas veces pero nunca la habían visto.
Cuando ví que ya
estaba algo más despierta le presenté a toda la familia, nos sentamos a su
alrededor y tras darle su regalo comencé a hacerle preguntas para
mantener una conversación fluída, aunque sin darle las respuestas. Pronto
estuvo animada y charlatana. Mis hijos
observaban atentamente, sin participar activamente
en la conversación, aunque sí se reían o hacían gesto, indicando que la seguían
sin perderse detalle.
Nos contó después y con muchos gestos cómo se habia dado una buena ducha ella sola. También que aún
le duele un poco su espalda y que su papá ya se había vuelto para Bolivia. Cuando comenzó a pedirnos insistentemente que
la acostáramos y le cambiáramos el pañal, como hace casi siempre de manera casi
obsesiva, propuse ir a dar un paseo por el jardín todos juntos, para ver si se
le iba la idea de la cabeza durante un rato.
Como los dos querían el protagonismo y la diversión de conducir la silla de ruedas de Mirian,
organizamos dos turnos, y su madre y yo nos quedamos algo rezagadas detrás.
La madre de
Mirian no suele contar nada por iniciativa propia, no sé si por desconfianza,
timidez, vergüenza, educación o habito. Así que yo le pregunté activamente si había
novedades, y poco a poco , a través de
varias preguntas sucesivas conseguí averiguar algunas cosas, como que ya habían
tenido una reunión con todo el equipo médico, incluida la asistente social (¡que
ya iba siendo hora de que se interesara por ellos!). Parece que el hospital
considera que ya es momento de mover a Mirian a otro centro, y está ejerciendo
alguna presión en ese sentido, ayudándoles a buscar otros centros en Francia y
contactándoles ellos mismos. La familia ya
está hablando hace tiempo de donde llevar a Mirian, pero no parecen llegar por
el momento a ninguna conclusión concreta. Parece también que la decisión sobre
la tutela legal de Mirian, ligada al avance del proceso jurídico, está al caer puede
ser un hecho en las próximas semanas.
Al final del
paseo su madre sí me contó algo - por iniciativa propia - y es que Mirian últimamente
está mostrando síntomas de cierta agresividad, lo cual obviamente les preocupa
y además dificulta su trato diario. Yo ese día no le noté nada, pero si sé que
eso es algo común en algunos casos de lesiones cerebrales. Le pregunté si los médicos y la psicóloga ya estaban al corriente
y me dijo que sí, y que incluso les habían propuesto darle una medicación para
calmarla. Confieso que a mí a priori no acaba
de gustarme esa solución de "medicar para que no moleste", pero
obviamente no dije nada puesto que no me
corresponde hacerlo.
Cuando acabamos
el paseo por todo el jardín, y mis dos hijos se quedaron contentos por haber
conducido una silla de ruedas, nos volvimos a la habitación. Allí , al despedirnos
de ellas, y yo le pedí a Mirian que no se enfadara con su mamá tan solo porque
no podía echarla en la cama o cambiarle el pañal como y cuando ella quería. Su
mamá no estaba autorizada a hacerlo, pues eran las reglas del hospital en Suiza,
y ella sabía bien por ser profesora que las reglas había que respetarlas. Y que
era injusto que se enfadara con su madre por algo así, puesto que ella no podía
hacer nada. Y tras decirme "vale" y hacer un gesto afirmativo con la
cabeza, que por desgracia seguramente se quede tan sólo en eso, nos despedimos y nos fuimos.
Ya saliendo del
hospital pregunté a mis hijos lo que les había parecido a ellos la visita. Ambos me
dijeron que Mirian no está tan mal como ellos pensaban, y que por lo menos ahora
podía hablar y moverse en lugar de estar dormida para siempre. Yo tenía cierto
miedo de que la visita les afectara negativamente, pues ambos son
extremadamente sensibles, y obviamente la cara de Mirian está bastante deformada
y su comportamiento no es del todo normal . Pero una vez más ambos me sorprendieron,
demostrando una naturalidad y una madurez increíbles, por las que confieso que no pude evitar sentir un pizca de orgullo.
Hola querida Inma,
ResponderEliminarComo me alegra saber de los avances de Miriam que supongo una vez iniciados, se irán afianzando y aumentando.
Me hubiera gustado poner más comentarios a tus escritos, ya que salen de tu corazón y tus reflexiones son muy interesantes.
El que publicaste sobre la educación, me gustó mucho, ya que es evidente que a los niños se les prepara para ser competentes, productivos y un largo etc., y queda obviado su desarrollo personal y sobre todo, estimularles a que desarrollen sus cualidades innatas, a pensar por ellos mismos y a tener una buena capacidad de reflexión; pero por desgracia no es así.
De hecho tus hijos con la visita a Miriam, han demostrado esa madurez y la capacidad que tienen los niños de aceptar al "otro", porque lo que han recibido de sus padres es que lo diferente, sea lo que sea, no es motivo de temor, ni de rechazo. Y es precisamente esa sensibilidad que tienen los niños, esa inocencia si no está dañada, lo que les lleva a disfrutar y asimilar lo que tienen delante suyo, simplemente a vivirlo porque no ponen etiquetas y nombres, que son las que precisamente nos separan y nos desconectan del entorno tanto del humano como de la naturaleza.
Un abrazo muy fuerte para ti y para Miriam, también para tus niños.
Montse
Hola Montse!
ResponderEliminarMuchas gracias por decir lo que dices. Es curioso como sin conocernos personalmente, tus palabras siempre resuenan en mí de alguna extraña manera. No sé de donde lo sacas ni como es que sabes tanto, pero seguro que tienes razón :-) Ojalá no dejes de guiarme, aunque sea así , en la distancia. Y ojalá algún día podamos encontrarnos.
Espero tu estés bien y tranquila, que sepas que me acuerdo de ti y de Cesc muchas veces, sobre todo al escribir aquí o ir a ver a Mirian.
Te mando un fuerte abrazo de vuelta.