Sobre este blog

En casos extremos algunas almas se pierden durante un tiempo en un estado de coma o estado vegetativo, mundo fascinante y desconocido que me gustaría poder dar a conocer aquí. A través de una historia real, llena de esperanza, y de un libro.
Algunas personas consiguen despertar del coma, otras no. Pero me consta que, independientemente del desenlace, utilizando
el "coma work" que describe el libro, al menos se las puede ir a buscar y llegar a comunicarse con ellas.

sábado, 12 de marzo de 2011

Historia 10: Segunda visita del experto

Había quedado con él para ir a ver a Mirian por última vez antes de su regreso a Londres. Su casa está muy cerca de la mía, y durante toda esa semana nos fuimos encontrando a diario, y sin querer, por todas partes: en la tienda comprando, en la calle caminando, en la carretera conduciendo…  Ese día fuimos en dos coches, y antes de salir de casa me dejó prestados unos cuantos libros de Arnold Mindell , que esta vez no hablaban sobre el coma sino sobre las grandes líneas de la psicología orientada a procesos. Madrugamos para evitar el tráfico y ganar tiempo, y por ello el viaje fue mucho más rápido que la última vez.

Cuando llegamos al hospital Mirian estaba sola, con un aspecto tranquilo y relajado.Y no había ruido. La atmósfera de la habitación era diferente, me atrevo a decir que mucho más acogedora que la de la visita anterior.  JC se puso a trabajar con ella enseguida. Describir con palabras el cómo me resulta difícil, si puedo decir que lo hacía basándose en los cinco sentidos, sobre todo sonido y tacto. Iba probando pequeños y diversos estímulos en distintas partes del cuerpo de Mirian, y reconociendo y amplificando cualquier tipo de respuesta que de ella recibía. Sus respuestas eran sutiles, pero claras y diversas: cambios de ritmo en su respiración, suspiros, ligeros movimientos en los labios y los ojos… Se podía sentir que ella estaba ahí,  de alguna manera presente. Yo miraba, escuchaba y traducía a la vez, fascinada. Esta vez estuvimos allí bastante tiempo, y sin interrupciones de ningún tipo. JC le habló, diciéndole que su familia estaba con ella, la quería mucho, y deseaba que volviera con ellos, pero que ella no estaba obligada a nada por eso. En realidad podía quedarse donde estaba el tiempo que necesitara. Al despedirse de ella le explicó que se tenía que ir a Londres, donde él vivía, y que por esa razón no iba a poder volver a verla en bastante tiempo. Pero que seguiría su evolución a través mío, a distancia, y que había sido un auténtico placer para él conocerla y el poco tiempo que había pasado con ella. Para terminar, añadió que si ella quería decirnos algo a nosotros antes de que nos fuéramos, ése era el momento adecuado, aunque nos ayudaría mucho tener una señal más clara por su parte.  Mirian, a los pocos segundos, se puso a bostezar como si despertara de un largo sueño.  No una, sino varias veces seguidas. Y no con un bostezo ligero, sino con la boca completamente abierta.

Yo me asusté, la verdad, pero JC me tranquilizó con la mirada y un gesto.  Cuando paró de bostezar, se quedó tranquila de nuevo, y tras decirle lo mucho que nos había gustado su señal, nos despedimos. Pudo haber sido un movimiento reflejo y una mera coincidencia, lo sé bien. Como también sé que ocurrió tal y como lo cuento, y que a mí me impresionó enormemente.

Según caminábamos hacia el ascensor, se nos acercó una enfermera muy amable, que parecía portuguesa por su acento. Era evidente que la hermana le había hablado previamente de nosotros, pues nos preguntó si alguno éramos el psicólogo que había ido a ver a Mirian y se interesó por cómo la había encontrado. JC respondió que él la sentía bastante presente y desde luego no muy lejos de la consciencia. Y que era una pena que él se tuviera que ir, pues en su opinión, con tiempo, trabajo y paciencia, todo era posible. Al preguntarle nosotros a ella sobre la morfina, nos confirmó que esa mañana no le habían dado su dosis, y que no parecía estar peor ni sufrir por ello. A continuación se mostró explícitamente muy abierta, colaboradora y dispuesta a aprender cualquier cosa que pudiera ayudarle en su trabajo de cara al futuro.  JC se quedó muy impresionado y le agradeció su gesto. 

En este tipo de trabajo con pacientes en coma, según me contó luego, estaban muy acostumbrados a la desconfianza y el rechazoa priori - por parte del equipo médico. No tanto de las enfermeras y terapeutas especializados (fisios, logopedas) quienes suelen ver de cerca su efecto, y o bien lo reconocen enseguida o bien les consideran charlatanes que se aprovechan de las familias para sacarles dinero.  La hostilidad viene sobre todo de  los médicos que tienen además un rol de administradores.  Actitud por otra parte lógica y comprensible,  pues ellos se encuentran muchas veces sometidos a presiones opuestas de familiares, médicos, compañías de seguros, recursos… Este trabajo no deja de ser un nuevo paradigma, que cuestiona en profundidad la manera en la que todo su sistema lleva ya funcionado mucho tiempo. Y eso, en general,  no  nos gusta nada a los seres humanos, que al sentirnos amenazados, tan solo conseguimos sobrevivir refugiándonos en el rechazo o en el ataque. 


Antes de despedirnos JC y yo, nos fuimos a la cafetería del hospital a cambiar impresiones. La conclusión era obvia para los dos: sería bueno, o desde luego nada perjudicial,  que alguien siguiera trabajando con Mirian de la misma manera. Pero no había nadie con la formación adecuada disponible en la zona de Ginebra (si en la parte alemana de Suiza)  y menos aun que hablara español. Quedábamos solo su familia y yo, la madre llegaba ese mismo día, y la hermana se iba en breve. JC se propuso para hacernos de apoyo si lo deseábamos - por email o teléfono - en el futuro. 
Mientras charlábamos y tomábamos café,  le comenté que tras haber hecho el esfuerzo de traducir el libro al castellano para la familia, y tras lo que acaba de presenciar, sentía que era una pena dejar todo eso ahí y no poder darlo a conocer a otras personas que pudieran beneficiarse de ello. Había dos opciones abiertas: 1) seguir traduciendo el libro al castellano y editarlo 2) ponerlo disponible en internet, tal cual.  JC, amigo personal de la autora, me dijo que hablaría con ella al respecto.  Además, yo le sugerí que el mundo latinoamericano no solo era extenso en número, sino que por sus influencias  culturales indígenas es una sociedad muy abierta y receptiva a todo lo “etéreo”, “espiritual” y “misterioso”. No hay más que mirar a la literatura contemporánea latinoamericana: Isabel Allende, García Márquez, Paolo Coelho…
Luego hablamos de como en la parte francófona de Suiza la sociedad está muy abierta a la medicina alternativa en general, ya hay muchos hospitales en los que se prodigan ese tipo de servicios y hasta seguros médicos que cubren con  los gastos. No en vano hubo una votación pública en ese sentido y el resultado fue un claro “SI”.  El me dijo que desconocía todo eso, y que hasta el momento, y dadas las dificultades para introducir el concepto en el mundo medico, no había habido ningún intento de hacer nada ni en francés en ni castellano. De hecho, todos los libros y la formación existen tan solo en inglés y alemán.   
Para terminar, ambos llegamos a la conclusión de que curiosamente Mirian se encontraba justo en el centro de todo ello: es boliviana, está en coma y en Ginebra, en un hospital de cuidados paliativos donde al menos una enfermera ya se había mostrado interesada y abierta a este tipo de trabajo. Una nueva y curiosa coincidencia en esta enrevesada historia.

El tiempo apremiaba y nos despedimos, prometiendo seguir en contacto. Yo, para agradecerle de alguna manera todo lo que estaba haciendo, que por otra parte no tiene precio, pensé en tener el mínimo gesto de regalarle una buena botella de vino español, con la intención de dejársela sin más en la puerta de su casa. Eso hice esa misma tarde, acompañada por mis dos hijos. En efecto él no estaba allí, pero tras dejar la botella y salir del edificio, oímos una voz que nos llamaba. Acababa de llegar, estaba aparcando su coche y nos había oído desde el aparcamiento.

Tras las presentaciones de rigor, volvimos a despedirnos. Ha pasado casi un año de aquello y  ya no hemos vuelto a vernos, aunque sí hemos seguido en contacto desde entonces. Yo, desde luego, le agradezco y no olvidaré nunca aquella semana tan intensa en emociones.

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