Nada más entrar
resultó evidente que Mirian a tenía un semblante mucho más tranquilo que cuando
llegamos. Antes de empezar le expliqué quienes estábamos allí, y cómo habíamos
conseguido hablar y arreglar nuestras diferencias. Ya nos habíamos puesto de acuerdo para
trabajar juntas - de cara al futuro - y estábamos allí para intentar comunicarnos con ella, siempre que ella quisiera.
Yo cogí la cámara y Rosa se puso al lado derecho de Mirian, cogiéndole la mano. Les pedí a ambas que
hicieran más o menos lo mismo que unos días antes. Yo intentaba concentrarme en
grabar la mano de Mirian y en intervenir con palabras de vez en cuando, según
había aprendido en los últimos meses pero con el objetivo de hacer participar a la
familia en la interacción.
Cuando alguien le pedía a Mirian que moviera su mano derecha, tal y como habíamos hecho en la sesión anterior, se notaba que ella hacia un enorme esfuerzo, aunque sin acabar de lograrlo. Le animamos, diciéndole que podíamos sentir como estaba esforzándose, y que podía tomarse el tiempo que necesitara. Sabíamos que lo que le pedíamos era muy duro en su estado, y seguramente ella estaba ya muy cansada. Además, ¿no resulta obvio pensar que una persona en ese estado puede necesitar varios minutos entre que su cerebro recibe la orden y su cuerpo es capaz de ejecutarla?
Varias veces lo
intentamos, y en cada una se notaba el esfuerzo y la concentración de Mirian por
conseguirlo. Pero solo lográbamos suspiros y movimientos muy ligeros de sus
dedos, en lugar del claro movimiento de su mano que pudimos ver en la sesión
anterior. Al cabo de un buen rato, cuando
yo ya estaba a punto de rendirme, le pedimos a Mirian un último esfuerzo antes
de dejarla tranquila definitivamente. Y entonces, increíblemente, vimos como
ella levantó su pierna derecha, despacito, pero de manera constante y hasta llegar
una altura varios centímetros. ¡Aquello sí que era una primicia!!!! Como si, por las razones que fueran, ella ese día
no era capaz de mover su mano, ¡pero a cambio su enorme voluntad consiguió mover
su pierna! Todas la felicitamos con expresiones de alegría, y ella nos regaló algo
muy parecido a una sonrisa
Tengo guardado un vídeo de aquel día, y aunque no pude grabar todo lo que allí pasó, por
suerte sí tengo toda esa parte y además
muy clarita. Ese vídeo no lo pongo aquí por respeto a la imagen y a la
intimidad de Mirian - y puesto que su familia todavía nunca me ha dado explícitamente
permiso para poner imágenes de ella en este blog. Pero existe, y lo tengo yo
guardado.
Con eso me di por
satisfecha, pues Mirian estaba claramente agotada. Así que guardé la cámara y me
coloqué a su lado para despedirme de ella. Le di las gracias por ese día, y le expliqué
que iba a irme durante dos meses de vacaciones, al mar, pero que volvería a
verla en cuanto regresara. Y le di un beso en la mejilla como despedida. Cuando
me retiraba de su lado, Mirian, no sé cómo, en muy pocos segundos, levantó todo su
brazo derecho hasta la altura de su cabeza. Su madre dijo entonces en voz alta que
Mirian me estaba diciendo adiós. Yo, impresionada, le agradecí el gesto y le
dije “hasta pronto”.
Fue todo muy intenso
y emocionante. Me doy buena cuenta, según lo escribo, de que sencillamente no
soy capaz de expresar con palabras todo lo que allí ocurrió ese día. Pero no
importa. Yo me fui satisfecha y tranquila. Primero porque resultaba obvio que
Mirian estaba consciente y que además cada día que pasaba era capaz de moverse más y mejor,
al menos si se le estimulaba sin prisa y adecuadamente. Incluso yo tenía una
prueba gráfica de ello, aunque seguramente ya no fuera a hacer falta. Además Rosa
iba a quedarse allí todo el verano y seguiría visitando a Mirian a diario. Por
supuesto, su familia también. Era solo cuestión de tiempo que una enfermera,
terapeuta o médico reconociera la situación de Mirian.
Ya en el pasillo
me despedí de todas, pidiéndoles que siguieran trabajando así con Mirian a diario, y
animándoles a que me llamaran por teléfono durante las vacaciones si veían que me
necesitaban.
Y muy contenta, a la vez que asombrada, me fui
de allí, a disfrutar de unas merecidas vacaciones. Lejos de médicos y de
hospitales, cerca de mi gente y del mar.
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