En la entrada
anterior a ésta "Un cambio inesperado", conté cómo acudí hace una par
de semanas a una reunión un tanto especial. Alentada por mi curiosidad tras
leer un libro llamado "Estados Alterados de Conciencia", libro que vi
expuesto en una librería, compré y leí. Libro que resultó estar escrito por dos
personas que viven en Ginebra y que organizan este tipo de reuniones periódicamente.
A ellas acuden personas de toda edad y condición, y allí comparten experiencias vividas y relacionadas con distintos tipos de estados
alterados de consciencia. Allí, en mi
primera reunión, coincidí con una mujer que, como yo, iba por primera vez y más
por curiosidad que por otra cosa. Creo que ambas estábamos algo intimidadas y
sorprendidas al escuchar unas experiencias un tanto "diferentes", que ninguna
de nosotras habíamos experimentado nunca. Ella, valientemente, se atrevió a
intervenir en un momento dado. Contó que es argentina, médico, y que ejerce en
Ginebra desde hace varios años tras haber trabajado otros tantos en EEUU, muy
ligada al mundo de los cuidados paliativos. Yo, tras escucharla, me animé a hablar de Mirian y del coma. Ella se
tuvo que ir antes de terminar la reunión, pero no lo hizo sin antes darme su
tarjeta y pedirme que la contactara en privado. Este encuentro ocurría
precisamente el mismo día que trasladaban
a Mirian al nuevo hospital, aunque yo entonces no lo sabía. De hecho yo me
enteré de la sorprendente noticia del traslado al llegar a casa justo después de la
reunión, ya bastante tarde. A través de un mensaje que la hermana de Mirian había dejado en mi contestador, informándome del traslado e indicándome el número de habitación y el nombre del hospital.
¡No me lo podía
creer! ¿Y alguien duda de que la
realidad a veces supere con creces a la ficción? Vamos, que si hubiera soñado con
conocer personalmente a un médico en Ginebra que me pudiera echar una mano con Mirian, nunca me
hubiera atrevido a elegir a una mujer así: hispano-hablante, de mente abierta a determinados temas,
con una relación cómoda y natural con la muerte, que se está leyendo mi blog con interés y que encima es responsable de geriatría comunitaria
en el hospital donde está ingresada Mirian.
¿Alguien puede pedir más?
Ella es la mujer
excepcional a la que ayer vi en el hospital. Cuando yo llegué la llamé y ella vino a buscarme a la
habitación de Mirian, para conocerla y saludar a su madre. Luego me enseñó su
departamento en el hospital, su oficina personal, me presentó a su equipo, me explicó
su trabajo y nos tomamos un café mientras charlábamos como dos viejas amigas. Ella se ocupa de la geriatría a
domicilio, no de la hospitalaria, y trata
de unificar el aspecto puramente médico con el aspecto emocional, personal y
social de los pacientes. Aunque reconoce
que el sistema de salud tiende a ignorarlo, influenciado por la economía, la política y con grandes presiones de las aseguradoras. No solo le interesó lo que
le conté del coma a pesar de no ser "mainstream", sino que va a
comprarse y a leer el libro. Además ella conoce personalmente al médico de
Mirian y va a hablar con él y a estar pendiente. Me ha invitado a avisarla
cada vez que vaya a ver a Mirian para seguir en contacto. No pretendo que haga mucho más que eso, es una
mujer tremendamente ocupada. Yo ya me siento muy agradecida por constatar que hay médicos así, por haberla
encontrado en mi camino, por haberme sentido escuchada y comprendida y por haber compartido con ella ese rato. Incluso le he
pedido permiso para hablar de ella aquí
y me lo ha dado, lo que también le agradezco. Se llama Laura, como mi abuela.
Por si ésto fuera
poco, las noticias de ayer sobre Mirian fueron estupendas. Cuando llegué a su habitación la estaban bañando (durante
sus dos años en el otro hospital eso nunca me ocurrió). Luego la llevaron a
comer, junto con otros pacientes, a un comedor.
Poco antes de terminar la comida llegó su madre y juntas esperamos a que
terminase. No solo se lo comió absolutamente
todo, y todo sólido, sino que hace unos días
que le han eliminado completamente la alimentación asistida.
Aunque aun no le han cerrado la vía en el estomago por precaución, están
haciendo pruebas para ver si ella logra
comer y beber sola normalmente, con el objetivo de cerrarle definitivamente la vía
en caso de que todo evolucione favorablemente. Como todo, es cuestión de esforzarse en mejorar en lugar
de ir a lo cómodo. Si a uno le dejan en la cama, le ponen un pañal y le dan alimentación asistida día
tras día, ¿cómo va su cuerpo a querer y lograr funcionar normalmente? Hay que
hacer el esfuerzo de pasar por una fase de adaptación, o de intentarlo por lo
menos, aunque sea mucho más incómodo.
Es evidente también
que la madre de Mirian está muy contenta de estar allí. Ya han tenido la
primera reunión con el médico, que habla español, y la comunicación parece bastante
fluida. Mirian ha empezado ya sus sesiones de fisioterapia, y va a hacer también
terapia artística, logopedia, etc. Incluso le dan un masaje cada
semana, lo que sin duda le aliviara los dolores de espalda que sufre al
permanecer sentada. El médico les ha
pedido tiempo para conocer a Mirian e ir poco a poco y paso a paso, pero
la idea es lograr que ella evolucione lo más posible y en todos los
aspectos. Ya está prevista una nueva reunión
con la familia a fin de mes. Sobre la agresividad de
Mirian no han dicho mucho, lo que podría indicar que ha desaparecido o al menos
disminuido. Aunque puede que sea un síntoma que vuelve de manera periódica
debido a sus lesiones cerebrales.
Su madre me dijo
también que el médico parece sensible al tema de la colaboración de
la familia en sus cuidados, asunto que trataron durante la reunión como
yo les sugerí. Aunque les han pedido tiempo y paciencia antes de empezar realmente
con ello, parecen abiertos y comprensivos. Es algo que yo ayer comenté con Laura, delante de la madre de
Mirian, y según ella eso es algo que se puede arreglar fácilmente y que va a tratar en privado con su médico.
Aparte de eso vi a Mirian bastante contenta y animada, aunque sigue con su obsesión de pedir que le acuesten en la cama a cada minuto y de hablarme en francés. Como ha sido su cumpleaños esta semana, ayer le llevé de regalo un ajedrez y una baraja de cartas. Estuvimos colocando las piezas en su sitio y revisando el nombre y la manera en que se mueve cada ficha. Cometió errores, pero con su mano derecha maneja las fichas y las coloca en el sitio adecuado si se le dan las instrucciones precisas verbalmente. No recordaba muchas cosas, pero por ejemplo cuando le pregunté cómo se movía el caballo me respondió sin dudarlo "en forma de L". Creo que cuando ella logre concentrarse y olvidarse de pedir que le echen en la cama a cada minuto, podrá avanzar mucho más rápido, y quién sabe si hasta llegar a jugar una partida. El ajedrez va a quedarse en su habitación, así que cuando vaya a visitarla intentaré jugar un rato con ella . Luego jugamos una partida de cartas, visibles y sobre la mesa puesto que la movilidad de su mano izquierda es muy reducida. También la percibí bastante despierta, haciendo perfectamente escaleras y tríos con las cartas.
Antes de irme pregunté
por el tema legal y también parece que a finales de mes se espera un importante
avance en ese sentido. Con la precaución que requiere el manejar este tipo de información, al menos es algo positivo y no
han surgido nuevos obstáculos.
Así que ayer salí del hospital mucho más esperanzada y contenta de lo que había ido saliendo últimamente. Ojalá esta sensación se repita en las próximas visitas. Yo tengo la impresión de que así será.
Así que ayer salí del hospital mucho más esperanzada y contenta de lo que había ido saliendo últimamente. Ojalá esta sensación se repita en las próximas visitas. Yo tengo la impresión de que así será.
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