Ayer visité de
nuevo a Mirian, tras un par de semanas sin verla durante las vacaciones
escolares. La encontré en su habitación, con su madre. Estaba vestida, bien peinada y sentada en su silla, con una posición bastante
erguida. La tele
estaba apagada, pues ambas acababan de llegar de un pargo paseo por el jardín,
a pesar de la lluvia.
Nada más verme me
cogió la mano y me dijo, en francés, que si podía echarla en su cama. Sigue
teniendo la manía, que resulta cada vez mas agotadora para su madre, de pedir
constantemente o bien que la echen o bien que le quiten el pañal. ¡Es como un
disco rayado!
Le expliqué que yo
no podía ayudarla, puesto que no era enfermera. Y que además a ella le venía
bien estar sentada para mejorar su tonicidad muscular. Te escucha atenta, lo entiende, se conforma, asiente con la cabeza, dice
"bueno"... pero vuelve a la carga en pocos segundos.
En esto llegaron
dos enfermeras, y su madre y yo nos salimos de la habitación. Aproveché para enterarme
de las novedades. No ha habido muchas, pues durante las épocas de vacaciones (y
los fines de semana) el nivel de actividad en general en los hospitales se resiente
bastante. En resumen, sigue comiendo muy bien y están pensando en cerrarle ya
la vía definitivamente. Aunque aun buscan que sienta más ganas de tomar líquidos
de manera natural (sed), sin tener que
estar insistiendo para que beba. No ha aparecido ningún síntoma de agresividad
y la medicación se la están reduciendo bastante en ese sentido.
Pregunté sobre la
situación legal y parece que ya han nombrado tutor legal de Miriam al sacerdote
francés amigo de la familia. Lo cual ha desbloqueado las cosas y el
procedimiento jurídico comienza a progresar adecuadamente. Pero no sé mas
detalles y si sé que no les gusta mucho hablar de ello, así que yo no insisto y
pregunto lo mínimo.
Volvimos a la habitación
cuando salieron las enfermeras, que acababan de cambiarle su pañal. Nos dijeron
que volverían en un par de horas para acostarla. Obviamente, lo primero que
hizo Mirian al vernos fue pedirnos que la acostáramos... Para entretener su
mente intenté mantener una conversación a través de unas cuantas preguntas
sencillas, a las que ella respondió bien y con coherencia. Incluso me
sorprendió mucho al decirme que la primavera comienza en septiembre y el verano
en enero. Hasta que caí en la cuenta de que las estaciones cambian con la posición geográfica y pregunté a su madre cómo eran las estaciones en Bolivia. Ella me confirmó enseguida que lo que decía Mirian era cierto.
Pero entre
pregunta y pregunta, ella en cuanto
puede vuelve a lo suyo.Así que le
propuse jugar al ajedrez, y aceptó.
Estuvimos colocando las fichas un buen rato: yo primero coloco las mías y dejo
que me ella copie después sin decirle nada. Aunque con
menor frecuencia, puesto que esa tarea exige mayor concentración, Mirian me seguía pidiendo que la echara en la cama. Además, para insistir, te coge la mano, te
"pone ojitos" (como esas mascotas que te miran comer esperando que les des algo)
y te lo pide por favor. Yo, sin saber qué
hacer, de repente le pedí a ella que me diera un coche, que lo necesitaba para
volver a casa. Ella se sorprendió, le cambió la expresión de la cara, y me dijo
"No puedo". "Eso me pasa
a mí", le dije," que no puedo". Y a cada vez que ella me pedía
que la echara, yo le pedía el coche, actuando de espejo. Empezó a cambiar sus
respuestas y a decirme cosas como "aun no", "haré lo que
pueda", y yo le seguía respondiendo lo mismo que ella. Me miró a los ojos
muy intensamente, por un momento pensé que se iba a enfadar o incluso a ponerse
agresiva, pero entonces empezó a hacer una mueca ocultando su risa, para acabar
riéndose a carcajadas sin poder evitarlo.
Ignoro el significado, ni si le habrá
servido de algo, pero desde luego nos reímos mucho y durante un buen rato.
En eso llego una señora,
que nos invitó (en francés) a ir a una sala cercana donde estaba empezando la animación
de ese día: un concierto de opereta. Yo
no sabía que allí tenían animación, pero me pareció una idea estupenda. Así que
se lo propuse a las dos, aceptaron, y nos fuimos a la sala.
La sala estaba
llena de gente, todos ellos de avanzada edad y muchos en silla de ruedas. Al fondo una mujer tocaba el piano y un
hombre medio disfrazado cantaba en francés, bastante bien por cierto. Al terminar cada pieza el público
aplaudía, Mirian incluida. Yo las deje allí, sin más, y me fui discretamente al terminar la segunda
pieza , pues se me había hecho la hora
de irme. Preguntándome el efecto que tendría en ella la música y lo que tardaría
en pedir que la echaran de nuevo en la cama.
Me fui sin
respuestas, puede que las tenga en mi próxima visita pero también puede que no. En todo caso me pareció
estupendo que organizaran en el hospital esos programas de animación, y me
propuse informarme mejor. A ver si logro que su madre se entere de cómo funciona la
cosa y se integre en ellos. Lo que sin duda
les vendría la mar de bien a ambas...
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