Un gran paso adelante

He visto a Mirian hace un par de días y he vuelto a constatar como sigue progresando. 

Ayer mismo la trasladaban al hospital para cerrarle definitivamente su vía gástrica, después de casi 3 años abierta. Ya come y bebe perfectamente por sí misma y por lo tanto no la necesita. A mí me parece que ése es un paso muy importante en su recuperación y así se lo dije, a lo que ella asintió sonriendo.  También le han disminuido mucho la medicación,  dejándole una sola toma por la noche, aunque no he  logrado averiguar los detalles de las medicinas que necesita y con qué objetivo. Desde luego ella ya no tiene dolores de ningún tipo y además  ahora las enfermeras la  llevan al cuarto de banyo en su silla de ruedas, cada 2 horas. Aun lleva protección, pero obviamente con esa rutina cada día la necesitará menos.  Afortunadamente Miriam  sigue sin pedir cada minuto que la cambien o que la acuesten, lo que hace pensar que esa fase tan difícil ya ha quedado atrás definitivamente. Ahora se pasa todo el día tranquilamente sentada en su silla y no protesta por ello.  Por cierto, vi que le han adaptado a la silla una especia tableta donde puede comer,  poner objetos, etc. También vi  en su planning que empezar con una hora de arte-terapia la semana próxima, como ella misma había solicitado.

A pesar de las buenas noticias y los progresos yo la noté poco comunicativa, con la cabeza baja, como cansada. Al decírselo ella me dijo que había dormido mal la noche anterior y no entramos en más detalles.  Desde luego no parecía tener ninguna gana de hablar y yo lo respeté.

 

Su madre estaba con ella, como siempre. Tenía un buen aspecto y había cogido color en su piel, aunque era evidente que no había ido a la peluquería a cortarse el pelo, como habíamos previsto juntas en mi última visita. Me dijo que lo había pasado bien el fin de semana en la montaña, y que al regresar olvidó su cita en la peluquería del hospital, a pesar de habérsela apuntado yo en el calendario. Pero me aseguró que ya había cogido una nueva cita para la próxima semana. Me contó que no había muchas novedades, que seguían esperando a que el proceso jurídico en marcha avanzara y a que la asistente social del hospital les encontrara una casa adaptada donde vivir y poder así cambiar a una hospitalización domiciliaria. Mientras, el trato en el hospital hacia las dos seguía siendo magnifico y no tenían ninguna queja.

Entonces yo les conté a las dos que en mi vida iba a haber cambios importantes, y que pronto iba a verme obligada a dejar de ir a visitarlas, aunque de alguna manera me mantendría informada de su evolución.  

Y es que tras mucho pensarlo he decidido introducir un nuevo cambio en mi vida y regresar a mi país de origen (y digo de origen porque de corazón tengo ese y algunos más).  Lo que implicaba que durante el verano nos vamos a mudar para instalarnos en Madrid, donde reside gran parte de mi familia. Ella no dijo mucho, solo asintió con la cabeza. Yo le aseguré que volvería a verla al menos una vez más para despedirme antes de irme definitivamente.

Y precisamente ahora me viene a la cabeza una maravillosa canción de Mercedes Sosa, titulada "Todo cambia", que dejo hoy aquí en un paréntesis:

Entonces vinieron a avisarnos de que en pocos minutos empezaba un concierto de arpa en el jardín. Como a las dos les pareció una buena idea las conduje hacia allá, ya de camino a la salida. Me contaron como otro día, en unos de esos conciertos que organizan en el hospital para entretener a los pacientes,  habían tocado  música boliviana y Mirian se había puesto muy contenta, dando palmas y moviendo los pies al ritmo de la música. Y es que ya no me cabe ninguna duda del poder terapéutico que tiene la  música.  

¡Ay!  ¡Bendita música!