Le di su regalo y me pidió que le ayudara a abrirlo, ya que aun no mueve su mano izquierda con facilidad. Eso hice, y le entregué el libro ya sin envoltorio, pidiéndole que me leyera el titulo y el autor. El autor lo leyó sin problemas, o mejor dicho la autora (Isabel Allende - sé que es una de sus preferidas). Incluso comentó que era chilena. El titulo no consiguió leerlo, pues la letra era bastante más pequeña. Es obvio que reconoce las letras y que puede leer palabras con toda facilidad, pero tan solo sin son de gran tamaño. Le leí yo la contraportada, y comentó que la historia le parecía interesante. Dejamos el libro en el armario para que alguien se lo vaya leyendo en voz alta, poco a poco, durante los próximos días.
Entonces le pregunté por las últimas novedades, y ella me contó que había dos. Una, que había empezado a comer a diario, dos veces al día, sola y sin ayuda. Y otra, que ya era capaz de desplazarse en su silla de ruedas sin ayuda, empujándola ella misma con su mano derecha. Dos grandes noticias, que me alegró mucho escuchar.
Le pregunté entonces que si quería que intentáramos conectarnos a internet, como le había prometido que haríamos. Dijo que sí y yo saqué mi portátil y me puse a ello, a su lado. El hospital por suerte tiene wi-fi en las habitaciones, aunque la velocidad es algo limitada. Primero me conecté a este blog, y le leí los últimos comentarios de su familia, a los que ella respondió con una amplia sonrisa. Luego intentamos conectarnos a su email, pero los distintos códigos de acceso que fuimos intentando no funcionaron. Decidí seguir el proceso de conexión sin código, utilizando la pregunta de seguridad en su lugar. Esta resultó ser “mejor amigo de mi infancia”, pero tampoco así fuimos capaces de lograrlo. Así que le quité importancia al asunto y me desconecté, guardando el ordenador hasta una próxima vez. Ya he pedido a su familia en Bolivia que contacten a hotmail para que ellos les den acceso a la cuenta antigua de Mirian. O bien que le creen otra cuenta nueva. También les he sugerido que hagan lo mismo con MSN, o Skype, lo que les permitiría en un futuro hablarse y verse a distancia, fácilmente y además sin gastos. De todas formas Mirian va a necesitar ayuda para hacer todo eso, al menos inicialmente. Yo me voy de vacaciones ya muy pronto y no voy a estar disponible durante bastante tiempo. Pero su madre me dijo que ahora ya tenían el dinero para ello y que ella y su hermana habían decidido comprar un ordenador portátil, en breve, para las tres. Ojala sea así.
Entonces entró una enfermera, para mi desconocida, a ponerle su medicación. La rotación del personal médico es constante, al menos en ese centro. Esta era muy jovencita y con pinta de novata, que suelen ser las más entusiastas y comunicativas, con lo cual aproveché para preguntarle algunos detalles. Descubrí que, en efecto, Mirian acaba de empezar a comer ella sola, dos veces al día, y que ahora se la llevan al comedor comunal junto a un grupo de pacientes. Pero por ahora tan solo toma unas cucharadas de yogur. Hay que ser muy prudente con eso e ir muy despacio y bajo vigilancia, de hecho todavía no tiene permiso de tomar líquidos. Su alimentación artificial sigue por tanto funcionando igual que antes y aun es la base de su nutrición, pero el objetivo es ir remplazando poco a poco la una por la otra. La enfermera dijo estar muy impresionada de los progresos de Mirian en el poco tiempo que ella llevaba allí. Le pregunté qué medicación le estaba dando y me dijo que era la morfina, pero no quise ponerla en un aprieto preguntándole ni las razones ni las dosis. Ella estaba siendo muy amable y además se limita a seguir las instrucciones escritas de los médicos.
Le pregunté entonces si no podríamos pintarle las unas a Mirian, pues alguna vez ella lo había pedido con anterioridad y ese día lo acaba de pedir de nuevo. Yo sé que anteriormente ya le habían dicho a la familia que eso no se podía hacer, aunque nunca me quedaron claras las razones. La enfermera no se atrevió a responder (pues en efecto tan solo estaba allí en prácticas) pero sí llamó a una enfermera oficial para que lo hiciera, quien nos dijo que sí. Mirian se puso muy contenta y dijo que ella quería pintarse las uñas de rojo. Yo le aseguré que en mi próxima visita le traería un esmalte rojo y se las pintaría, pero estoy segura de que su madre y su hermana tomarán buena nota y lo harán ellas mismas mucho antes, en cuanto puedan.
Le pregunté entonces si no podríamos pintarle las unas a Mirian, pues alguna vez ella lo había pedido con anterioridad y ese día lo acaba de pedir de nuevo. Yo sé que anteriormente ya le habían dicho a la familia que eso no se podía hacer, aunque nunca me quedaron claras las razones. La enfermera no se atrevió a responder (pues en efecto tan solo estaba allí en prácticas) pero sí llamó a una enfermera oficial para que lo hiciera, quien nos dijo que sí. Mirian se puso muy contenta y dijo que ella quería pintarse las uñas de rojo. Yo le aseguré que en mi próxima visita le traería un esmalte rojo y se las pintaría, pero estoy segura de que su madre y su hermana tomarán buena nota y lo harán ellas mismas mucho antes, en cuanto puedan.
En esto llegó una terapeuta nueva para mí, para llevarse a Mirian a una sesión. Es algo nuevo, se llama “arte-terapia”, y consiste en expresar emociones a través de la pintura y los colores. Ahora tiene programada una hora a la semana., lo que me parece estupendo.
Yo me despedí de Mirian, pues ya no voy a poder verla hasta después de las vacaciones de verano. Ella me dijo que me esperaría y me dio un sentido beso de despedida, en la cara primero y en la mano después.
Yo me despedí de Mirian, pues ya no voy a poder verla hasta después de las vacaciones de verano. Ella me dijo que me esperaría y me dio un sentido beso de despedida, en la cara primero y en la mano después.
Me quedé charlando un ratito con su madre antes de irme, quien me contó que no habían logrado aun hablar con los médicos, pues ellos habían estado de vacaciones. Pero esperaba que celebraran su próxima reunión periódica en breve, para la que tenían ya un montón de preguntas. Me despedí diciéndole que aunque yo estaría en España de vacaciones hasta finales de agosto, y que allí no tendría fácil el acceso a Internet, me llevaría el móvil suizo por si necesitaban contactarme por alguna razón.Y que volvería en septiembre.
Y me fui, contenta de los progresos y de la visita en general, pero con un cierto desasosiego interno. Mientras me preguntaba lo que me encontraría a mi vuelta, ya en el ascensor, me puse a recodar cómo estaba Mirian por estas mismas fechas, pero un año antes. Según la familia y yo misma, esforzándose por mover su mano derecha ,de manera controlada, para responder a un estimulo externo. Según los médicos, en coma profundo y con movimientos puramente reflejos. Una sencilla cuestión de percepción, pero a la vez una compleja fuente de frustración…
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